27/06/2022

Colombia

Dignificar la política y hacer visibles a los "nadies" para vivir sabroso

Francia Márquez es la primera mujer de origen afrocolombiano en ocupar la vicepresidencia de Colombia. Con su lema de campaña «Soy porque somos», pretende buscar la justicia racial, defender los derechos humanos y el cuidado de la vida y el territorio, así como los derechos de las mujeres y las diversidades.

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Twitter

Madre orgullosa. Lideresa social, abogada, defensora del ambiente y los derechos humanos. Vicepresidenta electa.#ColombiaPotenciaMundialDeLaVida. Esta es la descripción que se lee en el twitter de Francia Márquez Mina, la mujer que, el próximo 7 de agosto, se hará cargo, junto con Gustavo Petro, de los destinos de Colombia, un país que, asegura, fue sembrado de violencia y de hambre.

Aunque casi uno de cada diez colombianos se reconoce como negro, son pocos los que acceden a cargos de poder, y el porcentaje es aún menor en el caso de las mujeres. Por eso, que hoy Francia sea la primera mujer de origen afrocolombiano y la segunda en ocupar la vicepresidencia del país abre una nueva página en la historia de Colombia. 

Márquez fue precandidata a la presidencia en la consulta para elegir al candidato de la coalición Pacto Histórico en representación de su movimiento Soy porque somos, avalada por el Polo Democrático Alternativo. En la votación a nivel nacional, obtuvo el tercer puesto con más de 785.000 votos y, el 23 de marzo de 2022, fue anunciada como candidata a la vicepresidencia como compañera de fórmula de Gustavo Petro

«Gracias Colombia. Esta lucha no empezó con nosotros, empezó con nuestros ancestros. Hoy con dignidad y con grandeza recogemos los frutos de esa siembra. Hoy se levanta la voz de los que ya no están y de los renacientes que vendrán y juntos empezaremos a construir #LaNuevaHistoria», publicó en sus redes sociales poco después de conocerse los resultados que dieron como ganadora la fórmula Petro-Francia, que obtuvo el 50,51 por ciento de los votos el pasado domingo 19 de junio.

Francia Elena Márquez Mina nació en una familia pobre del departamento del Cauca, una zona rural-campesina de las más olvidadas y excluidas del país. A los dieciséis años tuvo el primero de sus dos hijos que crió como madre soltera. Durante su adolescencia, trabajó como minera de oro artesanal en su municipio y como empleada doméstica en Cali, ciudad donde también estudió y se graduó de abogada. En el 2018 ganó el Premio Goldman, conocido como el «Nobel Verde», por su lucha en defensa del agua. Gracias a su militancia, pudo detener el avance de la minería ilegal que estaba contaminando con mercurio el río en el que pescaba toda su comunidad.

En sus entrevistas, afirma que no se lanzó a la política por un cargo: lo hizo ante la impotencia de tanta injusticia. Su deseo era seguir viviendo en el territorio donde se crió junto a su comunidad, tranquila, sembrando la tierra. «Es triste que uno tenga que venir a este mundo para defenderse, y no para vivir. Y ya nos tocó a nosotros vivir más de la mitad de la vida defendiéndonos, ahora queremos que otros vivan sabroso», explicó para hacer referencia a una corriente de los pueblos afro que defiende la paz y la armonía con la naturaleza.

Con su lema de campaña «Soy porque somos», pretende buscar la justicia racial, defender los derechos humanos y el cuidado de la vida y el territorio, así como los derechos de las mujeres. «Me convertí en una activista del proceso de comunidades negras, donde aprendí a reconocerme como una mujer negra, a reconocer mi cabello, mi negrura, con orgullo, porque este país nos ha hecho sentir vergüenza, nos ha hecho sentir que somos responsables de las desgracias que nos ha tocado vivir. Los nadies, a los que no se nos reconoce nuestra humanidad, a los que no se nos reconocen nuestros derechos en este país, nos ponemos de pie para cambiar la historia, para ocupar la política, para ocupar el Estado».

Consultada por cuáles serán las primeras medidas del gobierno, aseguró que la prioridad será establecer un gran diálogo social. «Tenemos que ponernos de acuerdo como país en que hay que avanzar en cambios estructurales para la transformación de Colombia». Al mismo tiempo, reconoce que es urgente atender a una situación que no da espera: hoy hay territorios con niños y niñas muriendo por desnutrición. «La gente que está muriendo en el país a causa del hambre debe ser el principal desafío de nuestro gobierno», subrayó. Si bien confiesa que no tiene experiencia en el ejercicio de la administración pública, pondera su experiencia de vida, de cuidar la vida y de luchar por los derechos de los más pobres del país.

En materia económica, anunció que hay que hacer un tránsito de la economía extractivista hacia la producción. En primer lugar, propone democratizar el campo, de modo que el campesino, que fue despojado de su tierra, pueda volver a ella. «La agricultura será parte fundamental de un desarrollo para la vida, el campo colombiano estuvo sembrado de violencia, de guerra, ahora hay que sembrarlo con comida, hay que producir alimentos». En segundo lugar, mencionó a la industria nacional para fortalecer la economía, porque genera ingresos y empleo. Por último, el turismo: si se logra la paz, Colombia puede ser potencia del turismo porque «somos el país más diverso».

Otra gran apuesta es la creación de un Ministerio de la Igualdad, que estará a su cargo. Desde ahí, se trabajará para cerrar las brechas de desigualdad que sufren las mujeres, las diversidades, los jóvenes, los pueblos étnicos y los territorios históricamente excluidos. También por las personas con discapacidad, que reclaman un gobierno que atienda sus demandas. «Vengo del territorio de los nadies y de las nadies, vengo de los territorios olvidados en términos de inversión social, violentados por una política de muerte; entonces no tendría sentido estar en un gobierno si no va a transformar esas realidades que sigue viviendo la gente», había expresado en campaña.

Días después del triunfo, en un móvil en vivo, una periodista le consultó a Francia si iría a vivir a la casa residencial para «vivir sabroso». Ella le contestó lo siguiente: «Hoy, gracias a Dios, tengo una casa digna. Entonces si creen que porque soy una mujer empobrecida y ya con que me den una casa presidencial estaré viviendo sabroso, se equivocan. Eso es parte del clasismo de este país». 

«Yo los invito a reflexionar sobre lo que significa vivir sabroso para el pueblo negro: se refiere a vivir sin miedo, se refiere a vivir en dignidad, se refiere a vivir con garantía de derechos. Cuando me dicen que voy a vivir sabroso porque voy a ir a vivir a la casa vicepresidencial están equivocados. Vivir sabroso sería que yo pueda vivir en mi propia casa y tenga las garantías de seguridad sin gente armada, eso no es vivir bien. Tener que andar todos los días con treinta personas armadas no es sabroso, eso es otra cosa», concluyó Francia con firmeza, esa que la hace sentir que es posible hacer una política para la vida, de la periferia al centro para devolverle la dignidad a las nadies y los nadie de Colombia.

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