30/05/2020

Resultados preliminares de una encuesta diseñada y realizada por la CEIL CONICET – PSSyT UNLa.

Entre la espada y la pared: la situación laboral de Trabajadoras de Casas Particulares en el contexto pandemia por Covid-19

La pandemia del COVID-19 puso en jaque al mundo y dejó en evidencia la desigualdad que ya existía en todo a nivel nacional e internacional. Iniciándose en China, para luego esparcirse por Europa, hoy llegó al sur global. En el continente americano, EEUU es el país con mayor tasa de infectados y muertos, seguido por Brasil.

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Gráfico: Situación Laboral durante el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio

Ante la pandemia, la mayoría de los gobiernos implementó distintas modalidades de aislamiento preventivo. En el caso argentino, se decidió decretar tempranamente el “Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio” (ASPO) – iniciado el 20 de marzo y se prolonga a más de 60 días-, medida que hasta el momento parece ser la única forma de contener los contagios y, en definitiva, frenar el avance de la pandemia. Como parte del aislamiento, se suspendió toda actividad no “esencial”, lo que afecta fuertemente a diversos sectores del trabajo. Asimismo, se adoptó una batería de medidas tendientes a paliar la situación de los sectores más vulnerables.

Una primera cuestión que el virus pone de manifiesto es que, lejos de ser “democrático”, no golpea a todos y todas por igual. Lejos de ser un ente biológico-natural independiente de las realidades socioeconómicas y políticas de nuestros países, es un fenómeno que opera entretejido con esas realidades. Es crucial abandonar una mirada biologicista - que ve cuerpos infectados en una “guerra” contra un enemigo viral - para entender y actuar en relación con las tensiones que aparecen en el mundo del trabajo, o mejor dicho, en los mundos del trabajo. Porque mundos del trabajo hay muchos, y la pandemia no les toca a todos del mismo modo.

América Latina en general, y Argentina en particular tienen que afrontarla desde un plafón de pobreza estructural y precarización del trabajo y de la vida que, aunque posee larga data, se profundizó particularmente durante los cuatro años de macrismo. Esto expone de manera desigual a las vicisitudes del virus a los y  las trabajadoras.

En Argentina el virus se inició a través de sectores sociales medios o altos, para luego diseminarse en los barrios y sectores más pobres de los centros urbanos de la ciudad y el conurbano bonaerense. Como es evidente, las condiciones de vida juegan un papel central en esta etapa: hacinamiento, falta de agua y de comida junto con la necesidad de supervivencia son parte del impacto de la pandemia en los sectores populares.

La situación afecta más a quienes se encuentran en la denominada “economía informal” y que viven de actividades que deben realizar a diario para subsistir. Aunque estos sectores ya estaban precarizados y empobrecidos, a los que la cuarentena golpeó fuertemente. En lo que respecta a la denominada “economía formal”, los más damnificados son aquellos trabajadores y trabajadoras tercerizados/as: el caso que mayor relevancia pública –mediática tuvo es el de la empresa Techint, con más de mil despidos, pero está lejos de ser el único. Estas situaciones ponen al descubierto la profunda desigualdad en el mundo del trabajo en América Latina y en Argentina y es allí donde las políticas y el Estado deben intervenir con mayor vigor.

En lo que respecta al sector de las trabajadoras de casas particulares remuneradas – es decir, aquellas trabajadoras que realizan tareas de limpieza y de cuidado de personas a domicilio - es uno de los sectores donde la precarización, la falta de registro y el incumplimiento de derechos de las trabajadoras son históricos. Es asimismo un sector en el que la desocupación, la incertidumbre laboral, la falta de percepción de su salario y el miedo a la pérdida del trabajo en situación de Covid19 está impactando duramente. El aislamiento social preventivo y obligatorio da estatuto de “esencial” sólo a una de las categorías de estas trabajadoras – las que cuidan y asisten personas –, al tiempo que decretó que el resto debe percibir su salario sin asistir a su trabajo estén o no registradas.

Para conocer la situación laboral de estas trabajadoras en el contexto de aislamiento social, dos equipos de investigación – el Centro de Estudios e Investigaciones Laborales del CONICET (CEIL - CONICET)y el Programa de Salud, Subjetividad y Trabajo de la Universidad Nacional de Lanús (PSSyT – UNLa.) - decidimos diseñar y aplicar una encuesta. Esta fue distribuida se distribuyó por las redes sociales y fue respondida por 635 personas, casi todas mujeres (99,4%), de las cuales la mayor parte vive en zonas metropolitanas de Buenos Aires (67,2% en la Provincia de Buenos Aires y 11.2% en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires) y el resto se distribuye en distintas regiones de la Argentina.

Las trabajadoras que respondieron la encuesta tienen entre 20 y 71 años, aunque una parte importante (37.8%) tiene entre 40 y 49 años y otra entre 30 y 39 años (27, 4%). Una mayoría (85,5 %) tiene hijos/as, de los cuales más de la mitad (63,1%) tiene edad escolar.

El relevamiento dio cuenta de una serie situaciones críticas en relación a la situación laboral de estas trabajadoras: entre 5 y 6 de cada 10 trabajadoras encuestadas (56%) empeoró su situación laboral a partir del aislamiento social preventivo y obligatorio. Las formas en que se vio afectada su situación laboral son diversas: despidos, reducción salarial, falta de pago de salario, vacaciones anticipadas, cambios de categoría, etc. (ver gráfico)

Gráfico: Situación Laboral durante el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio

La encuesta mostró que a pesar de las difíciles condiciones de subsistencia, la gran mayoría de las trabajadoras dijo no estar asistiendo a su trabajo (82.2%), aunque un 17,8% si lo hace.

De los distintos datos que surgen de la encuesta, cabe resaltar que:

  • Entre las trabajadoras que siguen asistiendo a trabajar, son pocas (3.4%) las que efectivamente cuidan y asisten personas (es decir, las que están exceptuadas por ley).  Se verifica en numerosos casos que los empleadores/as han asumido como estrategia el cambio de categoría de las trabajadoras para que estas asistan aunque no realicen tareas de cuidado.
  • A pesar de que por ley los empleadores/as deben seguir abonando, sólo 33% de las trabajadoras han percibido su salario.
  • Casi la mitad de las trabajadoras que respondieron la encuesta no tiene ningún ingreso extra (46.6%),  aunque  el 55,7% de las trabajadoras cobró el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE)
  • Al preguntar a las trabajadoras si querían comentar algo sobre su situación laboral frente al contexto en el que estamos viviendo emerge con crudeza, el modo en que la pandemia agudiza la precariedad estructural del sector – más del 75% de las trabajadoras de casas particulares no están registradas – exponiendo a muchas a situaciones de inermidad y de violencia social.

    “Hace 16 años que trabajo y me tiene en negro. Hoy en día no me están pagando en esta cuarentena y soy persona de riesgo”.

    “Uno de mis empleadores me dijo que por ningún motivo me puede pagar si no trabajo”.

    “Fui despedida en cuanto empezó la cuarentena obligatoria en uno de los trabajos fijos que tenía. En los otros directamente no me responden o no se hacen cargo porque no trabajaba con registro”.

    “Por necesidad me vi obligada de ir a trabajar porque no me querían pagar lo de la cuarentena”.

    Muchos de los comentarios que hacen las trabajadoras – muy pocas de las cuales están sindicalizadas (12 % de la muestra) - dan cuenta de importantes niveles de desinformación respecto de sus derechos (a cobrar sin asistir, como cobrar sin estar bancarizadas, al cambio de categoría, respecto de las condiciones de acceso al IFE), así como de gran preocupación e incertidumbre respecto de si cobrarán su salario ya que en muchos casos sus empleadores/as no se comunicaron con ellas. En diversos casos las trabajadoras hacen alusiones al enojo, bronca, tristeza, u muchas veces a “lo injusto” de la situación:

    “Me gustaría que salga un comunicado oficial para enviar a los empleadores que no están pagando. Se hace difícil para nosotras exigir que nos paguen sin poner en riesgo la continuidad laboral”.

    “No sé cómo hacerles ver o entender a los empleadores que deben abonar el sueldo debido a la situación que atravesamos. Es mi único sueldo”.

    “No quiero volver a mi trabajo, mi jefa me defraudó como persona. Nunca me mandó un mensaje preguntando si necesitaba algo o cómo estaba. Se borró totalmente”.

    “Debería ser muy claro que no se puede cambiar de categoría por conveniencia del empleador y multar. Si cambia de categoría, que paguen más. Es muy injusto. Encima el empleador nunca te va a decir “quédate en casa”. Yo estoy poniendo en riesgo mi vida, pido un plus para las que salimos arriesgar”

    La velocidad con la que se expande la pandemia en particular en CABA y en el Conurbano de la Provincia de Buenos Aires, produce una sensación de miedo generalizada al contagio que, en los sectores donde la incertidumbre laboral se expresa de la forma más explícita y se entremezcla con el miedo a la pérdida del trabajo. 

    En relación con esto, la mayor parte de las trabajadoras que respondieron la encuesta tienen miedo a contagiar a su familia y/o de contagiarse y contagiar a su familia

    Gráfico: Percepción del miedo frente al covid-19

    Es preciso señalar que el “miedo” no necesariamente se refiere al Covid-19: muchos  comentarios de las trabajadoras lo vinculan con el temor a perder el trabajo.

    “Tengo miedo de perder los trabajos si se extiende mucho la cuarentena”.

    “Mis empleadores aún me abonan. Aunque temo que no lo hagan más”.

    “Sentí mucha incertidumbre sobre si debían/iban a pagarme este tiempo”.

    “Así como estamos cumpliendo con la cuarentena, también tenemos la incertidumbre de no saber hasta cuando sea todo esto. En mi caso no sé hasta cuando mi empleador podrá pagarme el sueldo, ya que es monotributista”.

    Las palabras de esta trabajadora resumen la situación de estar entre la espada y la pared: “no se puede trabajar y no te pagan el sueldo. ¿Cómo haces? Sé que esta enfermedad te mata pero los trabajadores como yo no tenemos nada”

    Es imperioso que el Estado, pero también otros actores sociales y políticos - los sindicatos entre ellos -, planteen estrategias para apoyar a uno de los sectores del trabajo cuya subsistencia ya pendían de un hilo, pero que se agrava aún más con la pandemia.

    ¿Seremos capaces de evitar que el hilo se corte por la parte más delgada?

    Cafecito