Con un gesto más cercano al de una dueña de estancia marplatense, la gobernadora Vidal se bajó del auto oficial e increpó a los trabajadores guardavidas que cortaban una calle en Mar del Plata reclamando la incorporación de cuatro compañeros cesanteados. Un tanto exaltada, alcanzó a decirles que los iba a escuchar, pero les ordenó que se corrieran y la dejaran pasar. Y se subió de nuevo al auto de la comitiva oficial que iba dejando inauguradas las playas públicas.
No fue necesario que interviniera la policía. Los mismos guardavidas despejaron la calle que habían cortado, medida que había sido tomada ante la falta de respuesta de las autoridades municipales al reclamo de incorporación de guardavidas cesanteados. El conflicto se originó con el cierre de un balneario privado al que no se le renovó su contrato, por lo que cuatro trabajadores guardavidas quedaron sin trabajo. La playa volvió a manos de la Municipalidad como Unidad Turística Fiscal Perla 5, pero dejó afuera a los guardavidas. Las normas municipales indican que en estos casos, los guardavidas deben seguir ejerciendo su función pero en la órbita pública o municipal.
Según el sindicato, fueron innumerables las cartas enviadas a la Municipalidad para que resolvieran el conflicto y se incorporara a los compañeros cesanteados, la mayoría con varios años de antigüedad. Nunca obtuvieron respuesta.
