01/03/2024

Transporte sostenible y justicia social

Sindicatos y activistas climáticos van juntos a la huelga en Alemania

El Sindicato Unido de Servicios de Alemania (Ver.di, por su abreviatura en alemán), el segundo más grande del país, viene impulsando una serie de reclamos para los trabajadores y trabajadoras del transporte. Entre las demandas más importantes figuran una mayor inversión en el sector, mejores salarios, jornadas de trabajo más cortas, más tiempos de descanso y vacaciones. Por eso durante la última semana de febrero se realizaron huelgas en todo el país, excepto la región de Baviera donde aún no se venció el convenio colectivo.

Sin embargo, la novedad de las protestas es que este 1° de marzo se llevará a cabo una medida nacional en conjunto con la organización ambientalista Fridays for Future, fundada por Greta Thumberg. Esta acción sindical coincidirá así con una movilización de activistas climáticos bajo la consigna común #WirFahrenZusammen (“Conducimos juntos”).

Se trata de un hecho novedoso en el país y a nivel global, donde existen pocas experiencias previas -y ninguna de esta magnitud- de articulación entre sectores que históricamente han tenido intereses contrapuestos. Quizás el antecedente más importante fue la asociación entre el sindicato de maquinistas de Escocia (ASLEF, por sus siglas en inglés) y la organización Amigos de la Tierra (FoE) que en 2023 exigieron un sistema ferroviario menos contaminante.

Es que según la Agencia Europea de Medio Ambiente, un cuarto de las emisiones de gases de efecto invernadero del viejo continente son producidas por los medios de transporte.

Frente a ello, los 90 mil trabajadores y trabajadoras del sector nucleados en Ver.di y Fridays for Future encontraron que sus objetivos tienen puntos en común. Argumentan que para enfrentar la crisis climática se requiere una mayor inversión en transporte público volviéndolo sostenible y mejorando las condiciones laborales.

Según el análisis realizado por estas organizaciones, se necesitan 100.000 millones de euros hasta 2030 para reconvertir los vehículos que actualmente consumen combustibles fósiles y duplicar la capacidad de pasajeros. El planteo se sintetiza en la “transformación del transporte con justicia social”.

Más precarización, más contaminación

Ver.di tiene presencia en 130 empresas de transporte de distintos municipios alemanes. Según la organización sindical algunos servicios locales están al borde del colapso debido a la falta de trabajadores.

Esta mirada coincide con la de la Asociación de Empresas de Transporte de Alemania (VdV). De acuerdo al diario The Guardian, la entidad patronal aseguró que serán necesarios 110.000 trabajadores adicionales en el sector durante los próximos seis años para hacer frente a una “escasez crónica de personal y a los altos niveles de estrés y agotamiento reportados”. De hecho en Berlín, recientemente se han tenido que reducir los servicios debido a la falta de conductores.

Mattias Kurreck, un chofer de esa ciudad afiliado a Ver.di, planteó un panorama sombrío. “Nuestro sistema de transporte público está a punto de colapsar. Los conductores de autobús están completamente sobrecargados de trabajo, muchos de nosotros estamos enfermos y muchos no volverán”, declaró a Euronews. Y añadió que los turnos “son cada vez más largos”, mientras que los descansos “son prácticamente inexistentes”.

Mientras que las empresas se plantean reemplazar empleados pero manteniendo las mismas condiciones laborales que los llevaron a esta crisis, la clase trabajadora y el movimiento ambientalista traen otra propuesta. “Para contrarrestar esto, las condiciones laborales y los salarios deben mejorar drásticamente”, apuntó Darya Sotoodeh, integrante de Fridays for Future Alemania. “La ampliación del transporte público es un factor decisivo para reducir las emisiones, especialmente a nivel local”, subrayó.

Es que mejorar la red de transporte público, transformando las unidades y ampliando sus servicios, permitiría reducir el uso de vehículos particulares, disminuir las emisiones de carbono y mejorar la calidad de vida de las y los trabajadores.

“Los conductores de autobuses y los activistas climáticos pueden no parecer aliados a primera vista. De hecho, a menudo nos hemos enfrentado entre sí, pero en realidad tenemos mucho en común”, reflexionó Kurreck. Y explicó que esta experiencia le ha demostrado que son “mucho más fuertes luchando juntos”. “Ahora puedo decir con orgullo que yo también soy un activista climático”, concluyó.

Reducir la jornada laboral es una política ambientalista

La unidad de acción de sindicatos y organizaciones climáticas puede trascender las iniciativas puntuales. Es que un horizonte común se puede construir apoyándose en diversos estudios que han demostrado que una mejora de las condiciones laborales, puntualmente una reducción de la jornada, tiene efectos ecológicos positivos.

A comienzos de la década de 1990, la economista estadounidense Juliet Schor, lideró una investigación en la que evaluó el impacto ambiental que tendría una disminución del tiempo de trabajo en los 27 países que integraban en ese entonces la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Los resultados arrojaron que si se redujera en un cuarto la carga horaria laboral, se podría disminuir la huella de carbono de esos países en un 30%.

En la misma línea, el estudio titulado Horas de trabajo y emisiones de carbono de Anders Fremstad, Mark Paul y Anthony Underwood publicado en 2019, midió cuál era la huella de carbono en distintos hogares estadounidenses en función de la jornada laboral de sus habitantes.

“Los hogares con más carga horaria tienen una huella de carbono significativamente mayor”, sostuvieron. Esto se debe -entre otras cosas- a que, debido a la falta de tiempo para cocinar, las personas que trabajan más deban recurrir a pedidos a domicilio que llegan en moto, comidas envasadas que se cocinan en microondas y otro tipo de productos microprocesados que implican una mayor contaminación ambiental.

Asimismo la disponibilidad de mayor tiempo libre permitiría realizar otro tipo de actividades de esparcimiento que demandan más dedicación. Lo que Kate Aranoff y Thea Riofrancos denominaron como un “ocio libre de carbono” o “hedonismo ecológico”. En la mayoría de los casos, debido a la falta de tiempo, el agotamiento y la necesidad de aprovechar de inmediato los escasos momentos fuera del trabajo, realizamos consumos individuales, a través de pantallas y dispositivos, sin siquiera salir de nuestro propio hogar.

Es por eso que, como señalan Will Stronge y Kyle Lewis en su libro Horas Extra, una perspectiva ambientalista debe contemplar la reducción de la jornada laboral, ya que se trata de un instrumento de bajo costo y alto impacto para disminuir las emisiones de carbono y, al mismo tiempo, mejorar la vida social.