04/11/2018

Entrevista Exclusiva a Hugo Moyano

"Voy a estar donde sea necesario, a esta altura no le esquivo a nada"

En exclusiva para Enfoque Sindical conversamos con Hugo Moyano, quien a sus 74 años se muestra combativo frente a las políticas del gobierno nacional, autocrítico frente a posicionamientos pasados, y reflexivo de cara a una unidad que entiende sumamente necesaria “para que la gente viva con dignidad”.

El último heredero de una larga trayectoria de históricos dirigentes sindicales peronistas fue un niño que comenzó a trabajar a los 11 años mientras escuchaba las historias de una madre que se rebelaba ante las imposiciones del capataz: “Mi vieja todavía vive, tiene 101 años. Ella trabajaba en una fábrica de pescados en Mar del Plata y en una oportunidad nos cuenta que mientras le sacaba las espinas al pescado, el capataz les ordenó que hagan el trabajo dentro de la cámara de refrigeración. Ella no tenía ropa abrigada y se negó, el capataz comenzó a buscar otras compañeras que también se negaron y ahí comenzó la resistencia. A la semana tenían ropa adecuada. Y eso me quedó”.

Hugo Moyano fue un joven de 17 años que se acercó a la casa del secretario general de su rama para pedir por la ropa de trabajo de sus compañeros desconociendo lo que era un convenio colectivo. Y durante los años de la dictadura cívico militar se fue formando sindicalmente al ritmo de la marcha peronista como bandera de resistencia.

El regreso de la democracia lo sorprendió con el triunfo de Raúl Alfonsín, un dirigente radical. Respetando a Antonio Cafiero y desconfiando de Carlos Menem, durante la década del ‘90 se plantó frente al gobierno neoliberal menemista conformando el Movimiento de los Trabajadores Argentinos (MTA) confrontando con una CGT que no defendía a sus trabajadores. La continuidad neoliberal de la mano de Fernando De La Rúa lo siguió encontrando en la calle denunciando la flexibilización laboral en contra de la llamada “Ley Banelco”.

Transitó los años de los gobiernos de Néstor y Cristina al frente de la CGT con idas y vueltas, discusiones y acuerdos, para terminar confrontando con Cristina Fernández de Kirchner por la aplicación del impuesto a las ganancias. Esa pelea lo llevó a un acercamiento incómodo con Mauricio Macri y dejar su cargo al frente de la CGT dando un paso al costado de la escena pública. Pero ante el avance contra los derechos de los y las trabajadoras por parte del gobierno macrista volvió al centro de la escena para dar pelea, y ante una CGT nuevamente complaciente conformó el Frente Sindical para el Modelo Nacional, acompañado de su hijo Pablo, el Moyano que más se le parece.

¿Cómo recordás aquellos primeros años manejando camiones?

Yo comencé de lechuzón, al acompañante de camión le dicen lechuzón porque es el que va mirando para todos lados. Yo tenía que descargar mercadería y el dueño era el que manejaba, pero a mí me gustaba sacarlo y estacionarlo. El dueño me decía “andá con prudencia Hugo”, yo lo miraba y le preguntaba ¿Dónde está prudencia?”. El camión es nuestra segunda casa, y cuando manejás camiones de larga distancia más todavía. 

Hugo parece empatizar con el sentir del trabajador camionero y recuerda que años después, en medio de medidas de fuerza en la provincia de Corrientes, dio un discurso que lo conmovió profundamente al  ver que la gente estaba lagrimeando: “No nos pueden negar un aumento, el camionero no ve crecer a sus hijos, no puede estar en acontecimientos familiares: cumpleaños, aniversarios, y lo más doloroso es cuando pierde a un ser querido y no puede estar presente”.

Todavía se sigue emocionando y explica que “el trabajo del camionero es muy sacrificado. En los exámenes que realizamos a todos los trabajadores se les detecta angustia. Esa angustia es porque dejan a su familia sola, el hombre sale a la noche y tiene que estar pensando que en su casa no falte nada. Todo eso le produce angustia”.   

 

La cuestión sindical se le apareció cuando aún no había cumplido la mayoría de edad mientras estaba trabajando en Mar del Plata: “Vienen unos muchachos de Rabbione (empresa de transporte de carga y logística) con la ropa de Grafa, nuevita nuevita, y les pregunto ¿dónde compraron esa ropa?  - No la compramos, te la tiene que dar la empresa. - ¿Y por qué te la tiene que dar la empresa? - Porque lo dice el convenio. - ¿Y qué es el convenio? - Mandate al sindicato a averiguar. A la noche me fui al sindicato… en realidad fui a la casa del secretario general. Ahí hablamos, me explicó la situación, nos afiliamos y después quisimos elegir delegado pero yo no podía porque tenía 17 años en ese momento”.

 

Su obsesión era conseguir la ropa de trabajo, de la misma forma que su madre lo había logrado ante la imposición del capataz a ingresar a la cámara de refrigeración de la pescadería. Hugo recuerda que luego de hablar con el gerente de la empresa consiguió que les dieran la ropa pero al recibirla no la quisieron usar. ¿Por qué? Porque tenía el cartel con el nombre de la empresa: Verga Hermanos. Nos daba calor. Le tapábamos la etiqueta para que no se vea el nombre y cuando llegábamos a alguna empresa decíamos Rabbione. Descargábamos la mercadería y decíamos: Expreso… ¿pero qué Expreso? Nos preguntaban. No queríamos decir el nombre de la empresa.

Durante esos primeros años Moyano ya conocía lo que era un convenio colectivo y uno de sus puntos establecía que al momento de realizar el servicio militar obligatorio, la empresa debía mantenerle el puesto de trabajo a su regreso. Actualmente recuerda esa etapa y afirma que ante la Cámara empresaria siempre dice estar “dispuesto a resignar un punto de nuestro convenio: ese”.  Andrés Marín era el secretario general del gremio, “comunista, muy macanudo”, recuerda Hugo. “Iban al ministerio de Trabajo y traían todos los papeles, las actas, leía todo y nos aburríamos todos hasta que en una oportunidad  salta un viejito y le grita al secretario general: 

- ¡Por qué no hacemos un paro!  - Eso es peligroso, nos pueden meter presos.  - ¿Pero usted se cree que las cárceles se hicieron para los perros?  ¡Se hicieron para los hombres!". Hugo sonríe al recordar la anécdota: “Yo era un pibe y me fueron quedando grabadas esas cosas”.

¿Cómo fuiste avanzando dentro del gremio?

Yo le llegaba a la gente, iba a las empresas y me ponía a charlar, esas cosas no se hacían mucho. En el gremio no podían creer que en nuestra seccional hubiera tanta cola para votar. Ahí fue cuando Ricardo Pérez, el secretario general, dijo que la seccional de Mar del Plata definía una elección provincial. Ahí gané y lo primero que dije fue: “Muchachos, si en la próxima elección tenemos una oposición es porque no supimos conducir la organización. Tenemos que hacer las cosas bien”. Opositores hay siempre, pero nunca tuve una lista en contra. En las seccionales hay listas opositoras porque siempre hay diferencias, y todas participan en elecciones democráticas.

Sin embargo en aquella época gobernaban los militares…

En Mar del Plata estuve detenido un par días. Recuerdo que escribimos un documento y lo único que yo agregué fue: “Cuando los pueblos agotan su paciencia, hacen tronar el escarmiento”. El milico preguntaba ¿Qué es esto? ¿Quién puso esa frase? Perón ya está muerto. Pero para nosotros está vivo, le respondí. En el documento convocábamos a una asamblea y el milico amenazaba con ir de civil. Yo le decía que no la podía suspender. Estaba esperando que venga a la asamblea, éramos unas 100 personas, y aquél viejito que había dicho que la cárcel no era para los perros se puso a agitar: “Estoy cansado de que vengan los milicos y nos hagan esto”. Por suerte no vinieron. En Mar del Plata fue jodida la época de los militares. Y nosotros éramos muy peronistas, comíamos un asadito, cantábamos la marcha, y los vecinos se asustaban.

¿Cómo te encuentra el retorno de la democracia?

Iba en taxi hacia el sindicato confiado en que el peronismo ganaba. Lo primero que veo en la televisión son los resultados en la Antártida, ganaba Alfonsín: “Pero ahí son todos milicos”, decía yo. Lo sentimos porque éramos muy peronistas, estábamos en la juventud, me acuerdo que cantábamos: “Y tiembla, tiembla, la puta oligarquía porque se viene la tercera tiranía”. Después hubo que trabajar para ver cómo regresar.

Imagino que tenías expectativas ante el triunfo de Carlos Menem en 1989.

Te digo la verdad, nunca le tuve confianza a Menem por la gente con la que se rodeaba. Me acuerdo que acá algunos delegados jugaban con él y me decían: les vamos a ganar.  Yo estaba con la renovación, con (Antonio) Cafiero, al cual yo le tenía mucho respeto. 

¿Qué te lleva a romper con la CGT en los ’90 y crear un nuevo movimiento sindical como el MTA?

La actitud de la CGT de rendirse, de aceptar lo que le imponía el gobierno, no hacer nada para rechazar lo que estaba pasando. Cuando empezó Menem le dimos un tiempo a que gobierne pero siempre estuvimos distanciados de los gobiernos, con el “Bocha” Juan Manuel Palacios y mucha gente que no aceptaba lo que estaba pasando. Tuvimos mucho respaldo de la gente. En la CGT estaban los tradicionales, los de siempre, y veíamos que no hacían nada. La historia se repite. La actitud de rebeldía la tuve siempre. Lo lanzamos en UTA y le pusimos MTA, en las movilizaciones que hacíamos venía mucha gente, teníamos mucho acompañamiento de la gente y nuestro gremio siempre fue muy protagonista. Recuerdo que con la CTA hicimos la Marcha Federal y uno de los protagonistas había sido el “Perro” Santillán con quien tengo muy buena relación. Fue una de las movilizaciones más importantes que se le hicieron a Menem. Recuerdo una marcha donde pusimos el palco al lado del Cabildo para que la gente le dé la espalda a la Casa de Gobierno y ahí dije la frase: “Primero tienen que pagar la deuda interna, después la deuda externa, y si no lo hacen vamos a iniciar una desobediencia fiscal”. Me acuerdo que el Perro Santillán estaba abajo eufórico, y arriba del palco no quedó nadie, se bajaron todos, era un locura en ese momento. Más temprano le había contado a Victor De Genaro lo que iba a decir y me dijo: “No, te van a matar todos”. Y ahí estaba Cafiero preguntando qué estaba pasando. Yo no tenía experiencia pero mucha gente me empezó a llamar para preguntarme cómo armábamos eso. En ese momento estaba De La Rúa de Presidente. Estaba hablando con una radio y me hacen la conexión con “Chacho” Álvarez, pero no quiso hablar conmigo. 

¿Encontrás similitudes entre el gobierno de Menem y el actual de Macri?

Hay muchas similitudes, sí. Se habla de privatizar las jubilaciones y me acuerdo que en los '90 hablábamos de todo esto en asambleas. Recuerdo que a los compañeros le llevaban promotoras para convencerles de que se pasen a la jubilación privada, y nosotros siempre estuvimos en contra de eso. Son los mismos de siempre.

Históricamente “Las 62 Organizaciones” supo ser una herramienta política del sindicalismo en el peronismo. ¿En qué situación se encuentra hoy?

No son más las 62 organizaciones, son 6 y 2. Hay muchachos que quieren venir, otros se quedan. Desde el punto de vista político ya no es nada.

¿Por qué creés que nuevamente hay dirigentes sindicales complacientes con estos gobiernos neoliberales?

Confunden el rol, porque el rol del dirigente es hacer lo que le permita al obrero vivir con mayor dignidad. Todos quieren vivir bien, la naturaleza del ser humano es intentar estar mejor pero uno tiene que saber cuál es el lugar que ocupa para cumplir su rol con la dignidad que corresponde. Hay personas que firman 2 mil despidos y salen en las páginas de Clarín como si fuera una conquista, es una locura. Esas personas no saben visualizar la realidad que viven o la responsabilidad que tienen.

¿Pensás que la renuncia de Juan Carlos Schmid a la conducción de la CGT tiene que ver con estas cuestiones?

Juan Carlos es una excelente persona, además de su capacidad intelectual. Pasa que no es fácil funcionar en grupos humanos, a veces me costaba a mí siendo secretario general de la CGT. No es fácil y es más difícil asumiendo con tres sectores, donde cada uno tenía una autoridad. Me parece que va a haber una reflexión, el que no entiende esto no entiende nada de nada. Si no nos damos cuenta de que hay que corregir errores… No hay que exigir más de lo que uno puede lograr. Recuerdo una anécdota en la época de Menem, nos daban el 5% de aumento en ese momento y teníamos la preocupación de que empiecen a despedir gente. Entonces reúno a los muchachos y les digo: “Esto no avanza más”. Ahí, un muchacho que hoy es secretario gremial, me dice que convoquemos a una asamblea y yo le digo que no, porque la asamblea lo va a rechazar y ahí vamos a correr un riesgo. El dirigente tiene que asumir la responsabilidad que tiene como tal, no solamente tiene que convocar a un paro para que lo aplaudan sino también tiene que tomar decisiones y recibir críticas para que después, quien hace esas críticas, se dé cuenta que no tenía razón. Porque cuando uno quiere avanzar más de lo posible, no está avanzando, está retrocediendo. Y esto es lo que te da la experiencia. En el marco de la unidad hay que tener paciencia porque después los tiempos se van acelerando. Hoy lo que más cuesta convencer por ahí es a la dirigencia sindical que tiene su autoridad propia y no es tan fácil, pero yo creo que la gran mayoría va a estar con este grupo que ve que si no logramos ser mayoría estamos condenados a pasarla mal. El General lo decía: “O lo arreglamos entre todos o no lo arreglamos más”. Tenemos que poner un poco de cada uno. Hace rato que no hablo con Schmid pero tengo un gran aprecio por él, es muy buena persona y es muy capaz, ha recorrido el mundo y sabe lo que ha ocurrido en países que atravesaron políticas como las nuestras.

Una de las fotos políticas del año fue la que te sacaste con Cristina Fernández de Kirchner ¿Cómo fue ese reencuentro que pareció ser la antesala del Frente Sindical para el Modelo Nacional?

Fue un muy buen encuentro. Después de estar tanto tiempo sin darnos bola estuvo bien, conversamos mucho y fue muy interesante porque uno se da cuenta que pudo haber cometido algunos excesos y del otro lado también. En todos los órdenes, si no hay un equilibrio no funciona. En un matrimonio, si no hay equilibrio no funciona. Y fundamentalmente en un país que necesita de todos. Yo creo que tomando en cuenta todo este tipo de experiencias podemos construir un país en serio. Y creo que es necesario que con el próximo gobierno haya sectores comprometidos para buscar un equilibrio en todos los órdenes: el sector empresario, el sector trabajador, la iglesia, los sectores sociales, todos. Porque yo creo que va a ser uno de los momentos más difíciles de la historia porque este personaje nos va a dejar un país destruido, un país endeudado. Estas maniobras de endeudamiento las van a terminar pagando nuestros hijos, nuestros nietos, nuestros bisnietos. Los que tenemos experiencia tenemos la enorme responsabilidad de volcar toda esa experiencia para tratar de evitar que nuestras próximas generaciones vivan momentos difíciles. Nuestros viejos, todos tenemos algún familiar jubilado, algunos podemos darles una mano pero aquellos que no pueden la están pasando muy mal, con los medicamentos, con el sueldo que no alcanza, con los servicios que son impagables. No puede sufrir la gente de esta forma, es una falta de humanidad tremenda permitir que gente que se sacrificó durante toda su vida esté pasando necesidades extremas. Hagamos lo imposible, el esfuerzo necesario para estar todos juntos porque si no, no tenemos salida. La Iglesia tiene que estar presente, y cuando digo la Iglesia hablo de todas las religiones. Yo soy evangélico pero tenemos que estar todos: católicos, evangélicos, judíos. Creo que si estamos todos, con la experiencia de los últimos tiempos, vamos a lograr poner en funcionamiento este país para que la gente viva con dignidad.

¿Cómo ves la organización del campo nacional y popular hoy en relación a la década del 90?

Yo lo veo bien porque con la experiencia vivida y con los errores cometidos pusimos todo arriba de la mesa y en ese sentido creo que hay gente que ha reflexionado mucho, los que estuvieron en el gobierno y los que estuvimos fuera del gobierno, todos. Somos conscientes y lo hemos conversado entre nosotros, antes peleábamos por el mínimo no imponible y ahora peleamos porque los salarios y los puestos de trabajo no desaparezcan. De las dos partes hay que tener un equilibrio para corregir los errores que hemos cometido y trabajar juntos para sacar este país adelante.

¿Creés que tensionaste demasiado con Cristina Fernández de Kirchner por el impuesto a las ganancias?

Sí, sí,  pero no había respuesta, había un grado de soberbia, de creerse que uno era el dueño de la verdad, en ambas partes. Esto nos ha hecho reflexionar a los que hemos luchado toda la vida, tanto en lo político como en lo gremial, nos hemos dado cuenta que hay cosas que hay que tratar de evitarlas para no volver a repetirlas.  

 

Hugo Moyano conoce desde hace muchos años a la familia Macri y describe  a Franco, el padre del Presidente, de manera cinematográfica pero lejos de evitar los eufemismos lo caracteriza de forma directa: "¿Te acordás de Manliba? Era de Don Corleone. A Manliba no podías hacerle paro porque te ponía patrulleros y no sabíamos cómo hacer para pararles. Hablábamos de paro y venía un escribano a preguntar los nombres de los trabajadores. Se me ocurrió decirles que cuando viniera el escribano le empiecen a cantar como en Feliz Domingo: Es cri ba no! Es cri ba no! No apareció más el escribano. Un día estaba pensando cómo hacer para pararle a Manliba y les dije: tenemos que sentarnos delante de los camiones, no nos van a pasar por arriba. Nos ponían los paragolpes de los camiones al lado de la cabeza y amagaban con arrancar. Así empezamos a hacerle paro a Manliba. Vos fijate la mentalidad de estos tipos, cuando se dice que viene una empresa extranjera uno piensa que va a traer tecnología, pero ¿para levantar basura traes a una empresa estadounidense? ¿Vos te das cuenta la mentalidad que tienen desde hace años? Ahí te das cuenta de la mentalidad de entrega que tienen estos tipos. El viejo estaba en el negocio, y en aquel momento gobernaban los milicos. No traen una empresa extranjera para enviar cohetes al espacio, la traen para levantar basura".

 

Desde el Frente Sindical para el Modelo Nacional ¿imaginás un camino hacia una CGT que incluya a las CTA y los movimientos sociales?

Creo que sí, porque las sociedades van viviendo momentos de cambios. Recuerdo cuando se fue la CTA de la CGT y después de mucho tiempo ellos mismos se dan cuenta de que es necesario que estemos todos juntos. Yo creo que se va a lograr, ellos hablaron en algún momento de volver a la CGT y creo que es posible. Quizás no fue un acierto haberse ido. Hay una nueva forma de pensamiento por lo que estamos viviendo que nos obliga a tomar estas decisiones, y de esas experiencias tenemos que aprender. Desde el principio Mauricio Macri nos unió porque las medidas que tomaba nos generaban entre bronca y risa. Yo no quiero faltarle el respeto a nadie pero cuando lo veo hablando con los poderes internacionales no nos deja bien parados, lo toman como un personaje que no está a la altura de la responsabilidad que tiene, hace un chiste y le sale mal.

¿Cómo era tu relación con Néstor Kirchner?

Te cagabas de risa con Néstor. Yo lo apoyaba a Adolfo Rodriguez Saá en 2003 y el “Negro” Ledesma, de La Matanza, me dijo que vayamos a hablar con Kirchner. Yo había hablado algunas veces con él cuando era gobernador. Fuimos a hablar con él y le dije: “¿Por qué no se juntan? Somos todos peronistas”. Me dijo: “Esperemos un poco y el que queda segundo acompaña”. Lo que me cayó muy bien de Néstor fue que en una oportunidad voy al ministerio de trabajo y me comenta Carlos Tomada que lo primero que había pedido el Presidente fue modificar la “Ley Banelco”. Eso me cayó muy bien. Lo único que le pedí fue una modificación en la cantidad de trabajadores en las Pymes y la modificaron. Por ahí yo soy medio hincha pelotas cuando quiero algo y Néstor se sacaba: “No me rompas las pelotas”. Era una excelente persona. Recuerdo que los municipios me pedían que le diga a Néstor que les dé una mano y Néstor me decía: este tiene tanta guita en la cuenta del banco. Él sabía todo. Recuerdo un conflicto que yo tenía con Carrefour o con Coto y me llamó para una reunión y le explicaba que no podía ir. Me insistió en que vaya, fue el día que le pagó al Fondo Monetario. Fue muy importante, dejó al país sin deuda. Y este (Macri) nos endeudó por cien años, ojo con esa deuda porque se suman los intereses, con La Patagonia se lo vamos a pagar.

Tus hijos, Facundo (diputado nacional), Pablo (secretario general adjunto de Camioneros) y “Huguito” (abogado del sindicato de Camioneros) son tu herencia político-sindical. ¿Qué cualidades destacás de ellos?

Y tengo a uno más chico, Jerónimo, que le gusta mucho la política. Son buenos, se dedicaron, se esforzaron, son responsables y trabajadores. Discutimos de política con Jerónimo, él estudia abogacía. Pablo es el más “rebeldón” y yo cuando era joven era muy parecido a él. Recuerdo cuando estábamos haciendo la unidad para la CGT hace 30 años y dije: “Vamos a tener que desinfectarla para sacarle el olor a traición que tiene”. Era bastante parecido a él. Lo bueno es que son responsables y laburadores, no son vagos. Yo soy el primero que llega y el último que se va de acá. Recuerdo a una compañera que siempre llegaba tarde y me decía que era por el tren, le dije: “Escuchame, aunque vengas en el tren bala vas a llegar siempre tarde”.

Desde el lugar de padre, ¿Cómo manejás que estén queriendo meter preso a Pablo?

Esto es como la mafia, te pegan donde más te duele. Pablo tiene la suficiente entereza para bancarse lo que venga. Son tan absurdas las acusaciones que quedan en ridículo tanto los fiscales como el mismo gobierno. Que te acuse Bebote (Álvarez), al que ellos mismos metieron en cana, y ahora aparece como el personaje acusador. Es un disparate. Con todo el dinero que manejamos en el gremio ¿nos vamos a poner a contar el dinero de los choripanes? Como no encuentran nada inventan cualquier cosa. Dicen que pagué un terreno en Córdoba, los peritos dicen que el precio está bien pero como el tipo que lo compró antes… Qué sé yo, andá a buscar al tipo que lo pagó antes. 

¿Cómo imaginás los próximos meses ante la situación económica que se vive en el país?

Los próximos meses, no lo decimos nosotros lo dice el mismo gobierno, van a ser meses complicados porque la situación económica es cada vez más difícil. Los sueldos cada vez alcanzan menos, el poder adquisitivo se ha perdido completamente, no solamente en los trabajadores sino también en los jubilados. Va a ser complicado. Ojalá no pase nada, pero la responsabilidad es absolutamente del gobierno, ¿Quién salió beneficiado con los disturbios de la última movilización? El gobierno ¿Y quién los mandó? El gobierno. Esto es así, trabajan con los servicios de inteligencia para manipular la opinión de la sociedad. Y hay medios que evidentemente resisten a pesar de la situación económica que vivimos y hay otros que son pauta-dependiente, tanto pagan tanto hablo. Hay compañeros de ustedes que me han dicho que los obligan a atacarnos. Me han dicho: “Sé que es mentira lo que dicen pero nos obligan a atacarlos”. No les voy a contar el chiste del tigre y el burro pero cada uno se agarra de lo que tiene. Yo ataco al padre (Franco Macri) porque él ataca a mi familia. El padre es macanudo, por lo menos tiene más calle que el hijo.

Antes de despedirse, Hugo Moyano nos deja una última definición de adonde se lo podrá encontrar de cara a lo que ocurra en el país en los próximos meses: “Yo voy a estar donde sea necesario, a esta altura no le esquivo a nada. Por ahí ya no me puedo pelear con la policía como antes pero voy a estar”.  Hugo se despide, pero no se retira.

Cafecito